Al principio nació del bello dibujo de un mosaico hidráulico.
Poco después, al ir eliminando materia y suavizando sus formas, aquella pieza se transformó en el recuerdo vago de algo más grande y mucho más misterioso.
¿Acaso no era aquel un rosetón gótico? Me fascinó imaginar la visión del arquitecto intentando capturar la luz divina.
Se me estaba escapando de las manos...
Y pronto ya no sería mío.
Supongo que a veces uno se encuentra con lo que no busca, se tropieza con lo que otros dejaron en el camino; el esbozo de un sueño, una idea que quedó en el aire...
Yo solo me alegro de haber provocado algo de magia y que esta se posara en este trabajo del que me siento tan orgullosa y contenta.
Para vosotros ahora. Espero que os guste.
¡Nos vemos!