viernes, 7 de agosto de 2015

El valor del recuerdo

Hoy me he levantado con ganas de rescatar pensamientos.
Dicho así, suena raro. Pero seguro que después se me entiende.
Cuando yo era niña en el colegio nos enseñaban costura. Cada tipo de punto lo cosiamos en trocitos de tela diferentes.
Eran otros tiempos, la informática no era una asignatura y los teléfonos aún no habían perdido su cable.
Todo era más rústico, pero también más amable.
Ya sé qué pensais. Parece que esté hablando de la Prehistoria, pero, en realidad, no hace tanto de ello.
Pues lo dicho, en casa nunca faltan hilos, cintas o botones.
¡Me encantan los botones!

 Por supuesto, acompañados de sus amigas las telas...


Yo las compro, las guardo y pienso que ya estudiaré qué hacer con ellas.
Muchas veces sólo las miro. En serio.
La tela para vaqueros da mucho juego. Ella es la protagonista del trabajo de hoy.

 Nada con pretensiones. Un pasatiempo con piezas evocadoras. Un bastidor con su lienzo forrado de tela vaquera.

Ahí os lo dejo. A vosotras, que ya sois mis cómplices. Marcela y su finde incluidos.
¡Nos vemos!

domingo, 2 de agosto de 2015

Luz divina

Al principio nació del bello dibujo de un mosaico hidráulico.


Poco después, al ir eliminando materia y suavizando sus formas, aquella pieza se transformó en el recuerdo vago de algo más grande y mucho más misterioso.
¿Acaso no era aquel un rosetón gótico? Me fascinó imaginar la visión del arquitecto intentando capturar la luz divina.


Se me estaba escapando de las manos...
Y pronto ya no sería mío.


Supongo que a veces uno se encuentra con lo que no busca, se tropieza con lo que otros dejaron en el camino; el esbozo de un sueño, una idea que quedó en el aire...
Yo solo me alegro de haber provocado algo de magia y que esta se posara en este trabajo del que me siento tan orgullosa y contenta. 


Para vosotros ahora. Espero que os guste. 
¡Nos vemos!